Yunquera ocupó un lugar estratégico a principios del siglo XIX, la torre vigía de la época musulmana sirvió como torre de vigilancia a las tropas españolas para combatir a Napoleón en la guerra de la independencia española al mando del general Ballestero. En el pueblo esta torre se denomina La Torre Vigía o Castillo. Su estructura es troncónica, casi cilíndrica y se cierra con una bóveda falsa en su parte inferior y una cubierta de casquete esférico en su parte superior. Los muros son de mampostería en los que se abren vanos extremadamente abocinados para la defensa. En realidad, esta torre fue construida durante la Guerra de la Independencia (1808-1812). Actualmente está inscrita en el Registro de Bienes de Interés Cultural del Patrimonio Histórico Español.
Situada a unos 500 m del pueblo, en antaño se comunicaba mediante un túnel con la Torre Vigía, situado en la parte más alta de la villa. Los vestigios actuales son los restos de una ermita o santuario cristiano de estilo y culto barroco (siglos XVI-XVIII). Ha sido lugar común indicar que tanto esta torre como la ermita eran de época mora, como es frecuente en la mentalidad colectiva de los pueblos andaluces; aunque en realidad son muy posteriores.
De una sola planta, la parte frontal de pequeño edificio aparece orientada hacia levante y está formada por dos pequeñas alas rectilíneas que se abren en ligero ángulo a partir de la concavidad central donde estaba situada la puerta.
Se dice que en Yunquera existían dos ermitas dentro y fuera del pueblo Ntra. Sra.del Carmen y del Calvario.
Durante los siglos XVII y XVIII, casi simultáneamente, en muchas localidades serranas se extendió la costumbre de erigir en las afueras de los núcleos urbanos unas pequeñas ermitas dedicadas al culto de la Cruz, y siempre situadas en la cima de alguna pequeña colina en recuerdo del Calvario.
Molino de los Patos
Existían en tiempos pasados, otra pequeña industria rural, como podían ser los molinos harineros, los cuales funcionaban, gracias al caudal del nacimiento de Plano, que riega los innumerables campos de huertas y cítricos, además de abastecer durante todo el año los diferentes molinos, tanto de trigo como de aceite. Repartidos por la localidad, se ubicaban cercanos a caídas de agua, mientras más alto era la caída del agua, más potencia tenía el molino. El caudal era transportado a través de las innumerables acequias, heredadas de los árabes.
El paso del agua, era conducida por una amplía acequia, en la cual existían dos pequeños puentes, los que permitían la entrada a dos viviendas, en dicha acequia solían verse algunas parejas de patos, teniendo el sobrenombre del “molino de los patos”.
Este antiguo molino ya casi derruido se identifica por su antiguo acueducto y riachuelo. Su agua se usa para regar los campos y huertos. Existían varios molinos de aceite y harina, además de un lavadero donde las mujeres iban a lavar su ropa.
Como constancia de nuestro pasado árabe, aún podemos observar desde la parte baja del pueblo, los restos de lo que correspondería al castillo árabe que estaba construido en el lugar dónde hoy en día se encuentra nuestra Iglesia parroquial.
La muralla discurría por la actual calle Seminarista Duarte desde la Calle del Agua conserva el trazado originario de una de las puertas de entrada, y debió tener una puerta en el extremo que daba al camino de Tolox y la llamada Puerta del Jandaque.
Gran número de sillares cuadrangulares procedentes de diferentes fases de derribo de las murallas forman parte de los muros de abancalimiento de diferentes fincas de regadío y sembradura en la zona de Planos y alrededores del casco urbano moderno.
Del castillo no quedan muchos restos; tampoco las fuentes escritas nos proporcionan muchas noticias, pues las primeras nos hablan de que los Reyes Católicos ordenan su reparación tras la conquista y muy pronto, en 1498, lo mandan destruir junto con los de El Burgo y Tolox, pues dejan de ser necesarios para la defensa de la época.
Ermita de la Cruz del Pobre
No se tienen datos de la construcción de esta ermita, el testimonio mejor conservado del pasado de Yunquera, situada en las afueras del pueblo, junto al cementerio, aunque por una inscripción en la verja de hierro se sabe que fue acabada en 1866. La ermita tiene forma de prisma hexagonal y está rematada con tejado a seis vertientes. El interior de la ermita es abovedado. Y en el único nicho existente, la imagen de su interior, el Cristo de la Cruz del Pobre. Se ven sus muros robustecidos por ladrillos tan bien encuadernados que hacen del todo un compacto amasijo de gran solidez.
Dícese que estas piezas arcillosas, para darles mayor dureza, fueron horneadas exclusivamente en un desaparecido tejar situado en las afueras del pueblo.
Cuenta la historia que cuando los hombres salían del pueblo hacia otro colindante o hacia Málaga, le pedían al Cristo de la Cruz del Pobre llegar bien a su destino, y al volver de daban las gracias. El Cristo Crucificado es objeto de gran veneración entre los yunqueranos.
Es esta ermita otro testimonio más de la religiosidad popular que Yunquera ha conservado, como los nichos y hornacinas distribuidas por todo el pueblo, siempre en lugares de amplia concurrencia: Cruces de calles, esquinas, fuentes.
Se trata de una de tantas cruces que señalaban las intersecciones de los caminos.